Organizaciones de todas las verticales se enfrentan con grandes desafíos en los próximos años, como la integración de procesos automatizados para optimizar su operación, mejorar la sostenibilidad mediante la eficiencia energética, o apostar por modelos de energía circular que prometen ser más eficientes en el futuro cercano. Estos y más retos que se presentan, pueden ser bien enfrentados si logramos escalar el uso de los datos y la Inteligencia Artificial en toda la cadena de valor.
La inversión en Inteligencia Artificial ascenderá a 110,000 millones de dólares en 2024, el doble de lo que se gastó en 2020. Esta enorme cantidad de recursos destinados se debe a que la IA cuenta con un gran potencial de transformación desde el punto de vista tecnológico, económico y social.
Sabemos que la inteligencia Artificial está presente en todas nuestras actividades, sin embargo pese a sus evidentes beneficios, su uso también plantea profundos desafíos de cara a construir sistemas justos y responsables.
¿Qué tan confiable es el uso de la Inteligencia Artificial?
Grandes marcas han apostado por soluciones pioneras que han dado solución a problemáticas sociales importantes, sin embargo, algunas de las soluciones creadas a base de inteligencia artificial también han sido objeto de polémica por adentrarse en temas que los usuarios y profesionales consideran moral y éticamente cuestionables. Algunos sistemas puestos en marcha en los últimos tiempos han demostrado los efectos negativos de la tecnología, y han llegado a comprometer o vulnerar cuestiones como la privacidad, la protección de datos o, incluso, los derechos humanos.
Según la “Guía Ética para una Inteligencia Artificial Confiable” Elaborado por la Comisión Europea en 2019, una IA confiable debe cumplir con tres requisitos fundamentales: legal, que respeta todas las leyes y regulaciones aplicables; ética, esto es, respeta los principios y valores éticos; y robusta, tanto desde una perspectiva técnica del dato como a la hora de tener en cuenta el contexto social.
Es por esto que grandes compañías tecnológicas muestran su concientización al respecto y la necesidad creciente de implementar medidas que promuevan la confianza de los consumidores. No obstante, las compañías también entienden que la implantación de una IA confiable y ética se enfrenta a una serie de retos para hacerlo de forma correcta.
- Fiabilidad del dato, conseguir información de calidad, adecuada y suficiente para aportar valor.
- Confianza en las herramientas, para poder generar una cultura del conocimiento.
- Talento, son necesarios perfiles diversos que sepan trabajar con los datos para obtener el máximo potencial de estas soluciones a todos los niveles.
La construcción de una inteligencia artificial mejor debe estar basada en la colaboración público-privada y en la combinación tanto de regulación como de autorregulación. Una IA ética y confiable dependerá, en última instancia, de que los desarrollos tecnológicos y las empresas no pierdan la perspectiva de tener al ser humano como sujeto responsable del uso de esta tecnología.
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